En un gran informe del Cato, se sostiene que mientras mayor sea el nivel de libertad económica de un país conlleva al desarrollo de las libertades civiles y políticas, y por supuesto, a lograr mejores índices de desarrollo humano.
"La libertad económica
La libertad económica es un fin deseable por si mismo ya que amplía generalmente la gama de opciones que tiene el individuo en su condición de consumidor y productor. Sin embargo, la función social más amplia de la libertad económica se subestima muchas veces, incluso por aquellos que creen en el pluralismo político, los derechos humanos y la libertad de asociación, religión y expresión.
No obstante, la descentralización de la toma de decisiones económicas respalda la sociedad civil, al crear el entorno en el que pueden existir organizaciones de todo tipo sin tener que depender del estado. En un país en el que existe libertad económica, el sector privado puede amparar las instituciones de la sociedad civil. Por lo tanto, es más probable que existan iglesias, partidos políticos opositores y una diversidad de empresas y medios de comunicación auténticamente independientes en lugares donde el poder económico no esté concentrado en las manos de los burócratas o los políticos.
Por definición, la liberalización económica entraña una pérdida por sobre la totalidad del control político de la ciudadanía. Eso es algo que los gobiernos autoritarios de todo el mundo han descubierto en la actual era de mundialización. Las dictaduras han dado paso a las democracias en países que empezaron a liberalizar sus mercados en las décadas de 1960 y 1970, entre ellos Corea del Sur, Taiwán, Chile e Indonesia. Con la elección del presidente Fox en el 2000, la liberalización del mercado de México en los años noventa ayudó a poner fin a más de 70 años del régimen unipartidista del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que el novelista peruano Mario Vargas Llosa calificó en una ocasión de "dictadura perfecta".
La libertad económica permite que las fuentes de riqueza independientes equilibren el poder político y alimenten una sociedad pluralista. Cuando el estado, por ejemplo, controla o ejerce un control indebido de la banca, el crédito, las telecomunicaciones o la prensa, controla no sólo la actividad económica, sino también la expresión. Al mundo le ha llevado demasiado tiempo reconocer la verdad de la declaración de Hilaire Belloc, un escritor de principios del siglo XX, de que "el control de la producción de la riqueza es el control de la vida humana misma".
En consecuencia, el dilema que encara el Partido Comunista chino es de sobra conocido. Para mantener la estabilidad social, China debe continuar la liberalización económica que ha estimulado más de dos décadas de fuerte crecimiento. Pero las reformas de mercado han conferido a centenares de millones de chinos mayor independencia del estado y creado una clase media incipiente que reclama cada vez más libertad política y representación. El partido desea mantener su poder político, pero la liberalización económica socava ese objetivo. Por otro lado, poner fin a la liberalización reduciría el crecimiento y causaría inestabilidad.
Como en el caso de China y otras innumerables naciones, la libertad económica estimula el pluralismo político al fomentar un crecimiento que engendra una clase media y ciudadanos menos dependientes del estado. La evidencia empírica respalda esa relación.
El estudio empírico más abarcador sobre la correlación entre las políticas e instituciones económicas de un país y su nivel de prosperidad, es el Informe sobre la Libertad Económica en el Mundo, elaborado por el Instituto Fraser de Canadá. El estudio analiza 38 variables para medir la libertad económica de 127 países, desde el tamaño del gobierno hasta el estado de derecho y la política monetaria y comercial, durante un periodo que abarca más de 30 años. El estudio encuentra una perceptible relación entre la libertad económica y la prosperidad. Las economías más libres tienen un ingreso per cápita promedio de 25,062 dólares, en comparación con un ingreso de 2,409 dólares en los países menos libres. Las economías libres crecen también más rápidamente que las economías menos libres. En los últimos 10 años el crecimiento per cápita fue de 2.5 por ciento en los países más libres y 0.6 por ciento en los menos libres.
El estudio del Instituto Fraser encontró también que la libertad económica está fuertemente vinculada con la reducción de la pobreza y otros indicadores de progreso. El índice de pobreza humana de las Naciones Unidas se relaciona negativamente con el índice Fraser de libertad económica. El nivel de ingresos de 10 por ciento de la población más pobre de países con mayor libertad económica es de 6,451 dólares, comparado con 1,185 dólares en los países menos libres. Además, la gente que vive en el 20 por ciento superior de la escala de países, en términos de libertad económica, tiende a vivir 25 años más que la gente que vive en países que se clasifican en el 20 por ciento inferior. La disminución de la mortalidad infantil, el aumento de las tasas de alfabetización, la menor corrupción y el mayor acceso al agua potable apta para el consumo, también acompañan el aumento de libertad económica. El índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas se relaciona positivamente con una mayor libertad económica. De modo significativo, así lo hace también el índice de libertades políticas y civiles elaborado por Freedom House: los países con más libertad económica tienden también a disfrutar más de las demás libertades.
El crecimiento auto-sostenido ha dependido, de hecho, durante mucho tiempo, de un entorno que estimula la libre empresa y la protección de la propiedad privada. La pobreza masiva de la que escapó Occidente en el siglo XIX ocurrió en semejante entorno que, a su vez, inició la era moderna de crecimiento económico. Incluso antes de esa fecha, la aparición de una clase comercial de agricultores en Inglaterra, dio ocasión a su representación en el Parlamento donde pudo limitar con éxito, en el siglo XVII, las confiscaciones arbitrarias de riqueza que efectuaba la corona; en pocas palabras, el surgimiento de la agricultura comercial ayudó a establecer la monarquía constitucional. Las limitaciones del poder del gobierno fortalecieron los derechos de propiedad y el estado de derecho, factores importantes en el auge de Gran Bretaña como primera potencia económica y política en el mundo. A medida que Gran Bretaña se hizo más rica, se convirtió, por supuesto, en una democracia".
http://www.elcato.org/publicaciones/ensayos/ens-2006-02-16.html
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